Como ocurre casi siempre en las áreas urbanas, la causa que dio origen a las excavaciones fue fortuita, ajena por completo a la intencionalidad que habría de ordenar y guiar los futuros trabajos de excavación
Quien maneje un plano topográfico moderno de Murcia comprobará con claridad como la Plaza Santa Eulalia se interpone entre el centro de la ciudada y dos nucleos de atracción viaria tan importantes como son la Plaza de Toros y el Estdio de Futbol La Condomina.
Superposición del trazado de la muralla de Santa Eulalia con la topografía actual de Murcia |
El incesante aumento del tráfico que provocaron tales núcleos en determinados días y horas, con los consiguientes embotellamientos en las calzadas y aglomeraciones en las aceras, obligó a la sección municipal de urbanismo competente a plantear el problema de la apertura de una nueva calle que resolviese buena parte de aquellas dificultades, Así nació la calle Nicolás Ortega, prolongación directa de la de Canovas del Castill, que iba a permitir depositar desahogadamente a los automovilistas al pie del coso taurino y del inmediato campo de la Condomina.
Por paradójico capricho del destino, la nueva calle resucitaba el camino de ronda extramuros que durante muchos siglos fue el val de San Juan y que desde principios del S. XVIII interrumpió el establecimiento del Clegio San Felipe Nerí, fundación del Cardenal Belluga. El antiguo Colegio, tras un periodo de abandono como consecuencia de la Desamortización , fue ocupado por una casa-cuartel de la Guardia Civil , que subsitió hasta bien entrado el S. XX.
La reforma urbana a que nos referimos afectó tanto a la primitiva fundación cardenalicia como a la serie de viviendas de planta baja que guardaban su espalda. Expropiados los terrenos, se procedió a practicar las consiguientes demoliciones, y cuando meses más tarde las brigadas municipales abrieron por el centro y a todo lo largo de la futura calle una profunda zanja para conducir el alcantarillado de la nueva urbanización, las perforadoras neumáticas tropezaron con la durisima masa de la cerca medieval.
Desde aquella zanja, y concretamente desde el registro que había perforado el entronque de la torre mudéjar con la vetusta sitara almorávide, se iniciaron las excavaciones arqueológicas.
Los trabajos dieron comienzo el día 8 de noviembre de 1963. En días sucesivos y en excavación a tajo abierto fue ensanchada el área de estudio hacia los 4 puntos cardinales, con progresión más acusada en la dirección Norte. La aparición en los estratos profundos de complejas estructuras defensivas, y en especial la presencia de un antemuro que corría paralelo a la muralla principal, obligó a extender la excavación hacía la nueva calle de Nicolás Ortega. En ella el día 14 de diciembre se reveló completa una tercera torre de la muralla principal, de aparejo y morfología semejantes a la dos almorávides que habían sido puestas al descubierto en la plaza Santa Eulalia. Ésta, como aquéllas, aparecía defendida por la sitara, por el muro fortificado de vanguardia, provisto aqui de cinco saeteras.
En la segunda quincena de aquel mismo mes, y durante enero del año siguiente, 1964, los trabajos de exavación pusieron al descubierto en el centro de la plaza de Santa Eulalia una nueva y potente torre, esta vez perteneciente a la reestructuración múdejar del recinto. Con su limpieza quedó tambien definitivamente aclarado el carácter del regruesamiento del bastión de ingreso de la sitara almorávide.
La importancia de las estructuras descubiertas hizo pensar en su conservación y ulterior acondicionamiento para la visita al público.
El 6 de Marzo de 1964, el alcalde de Murcia y los miembros de las Comisiones de Policía Urbana, Hacienda y Policia Municipal fueron informados del anteproyecto que por orden de la Dirección General de Bellas Artes había redactado el arquitecto San Martín Moro, feliz solución urbanística que permitía conservar al aire libre muy buena parte de las ruinas, regularizar el caótico trazado de la plaza Santa Eulalia y mantener en toda su integridad el acceso a la nueva calle de Nicolás Ortega. Este proyecto, con alguna pequeña modificación de detalle, es el que se llevo a la práctica.
El día 27 de mayo de 1964 se iniciaron los trabajos, pero fundidas las estucturas de hormigón, protegidos y consolidados los muros viejos, todo pararecía haber acabado cuando a principios de noviembre de ese mismo año, al limpiar la cara interna de la muralla principal se descubrió un cementerio hispano-árabe. Ello motivó una nueva camapaña de excavaciones al Norte del complejo momumental. Los resultados de la misma, del más alto nivel histórico y médico, inclinaron a conservar los enterramientos in situ e incorporarlos al itinerario general de la visita, como así se han hecho.